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No cierres tu corazón
Hace poco regañé a mi sobrino Ricky porque se estaba portando mal. Tuve que poner un límite, pero honestamente, al mismo tiempo me quedé con mucha culpa. En mi mente me hice la novela de que él ya no iba a querer hablarme, que se iba a quedar sentido conmigo. Pero cuando regresé a la sala, Ricky me estaba esperando para seguir jugando. Sin rencores y sin drama. Quería convivir, reírse, compartir. Y ahí me cayó el veinte: "los niños no se quedan atrapados en el rencor, saben c
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