Llevo algunos años estudiando a distintos maestros espirituales, como Eckhart Tolle, quien tras una profunda depresión encontró la iluminación, o Viktor Frankl, quien descubrió el sentido de la vida en medio del horror de un campo de concentración. A lo largo de este tiempo, me he dado cuenta de que todos tienen algo en común: para lograr su gran despertar espiritual, tuvieron que atravesar momentos de gran dolor y sufrimiento.
Ya sea que hayan sufrido la pérdida de un ser querido, lidiado con enfermedades terminales, pasado por opresiones o condiciones de vida desfavorables, estos maestros admiten que sin esas vivencias, no habría sido posible que llegasen a ser quienes son hoy en día. En cierto sentido, el dolor fue el catalizador de su crecimiento espiritual y el impulso que los llevó a cuestionarse su propósito de vida.
Esta reflexión transformó mi perspectiva sobre el sufrimiento. En lugar de verlo solo como algo negativo, comencé a considerar la posibilidad de que el dolor puede ser una puerta hacia el crecimiento personal. Al cambiar mi mindset, comencé a encontrarle un propósito transformador a las experiencias difíciles y dejé de victimizarme por todo lo "malo" que me ocurría o que los demás me hacían.

Acepto que ver el sufrimiento como una oportunidad de evolución es más fácil decirlo que hacerlo. A pesar de esta nueva mentalidad, a veces me sigue costando encontrar "lo bueno dentro de lo malo". Después de todo, ¿quién no ha sentido alguna vez que el mundo se le derrumba? Es en estos momentos en los que incorporar la famosa frase "todo pasa por algo" no siempre resulta sencillo.
Sin embargo, con el tiempo y al analizar las situaciones en retrospectiva, he reconocido que gracias a los momentos difíciles que he atravesado, he podido enfocarme en lo que realmente es importante para mí, y poco a poco voy liberándome de la preocupación por la opinión de los demás. Como resultado, creo que he ido construyendo una vida más auténtica y alineada con lo que me hace feliz.
La realidad es que en muchas tradiciones espirituales como el budismo, el sufrimiento (dukkha) es visto como una parte natural de nuestra existencia. En vez de rechazarlo, te invito a utilizarlo como una fuente de sabiduría que te puede llevar a una vida más consciente. Asimismo, el dolor también nos fortalece, ya que superar los desafíos nos hace más resilientes, nos abre a nuevas oportunidades y nos saca de los estancamientos en los que a veces caemos.
Si bien soy testigo de cómo el sufrimiento puede hacer que las personas se vuelvan resentidas o amargadas, también he visto que a otras las humaniza de cierta manera. Tras pasar por períodos de dolor, podemos conectar con otros y desarrollar un sentido de empatía más profundo. En los momentos de vulnerabilidad es donde a menudo encontramos una conexión genuina con los demás. En ese sentido, el sufrimiento es, sin duda, uno de nuestros más grandes maestros.
Suffering is a gift. In it is hidden mercy. – Rumi
Escelente documento, Alejandro! Felicitaciones desde Buenos Aires, Argentina