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PAZ, ¿EN DÓNDE ESTÁS?

Irregularidades democráticas, guerras y crisis económicas (entre otras catástrofes), son los principales encabezados que podemos leer con frecuencia en la prensa alrededor de todo el mundo. De acuerdo a dichos medios de comunicación, la obtención de la paz, salud y felicidad cada vez se torna más complicado. Lo que nos deja con una nula esperanza de un mejor mañana. 


Contrario a lo que se publica, yo tengo la certeza de que sí podemos hacer algo al respecto. Coincido con la teoría de diversos psicólogos, en que la mayoría de los conflictos provienen de nuestros sistemas ideológicos y por la falta de aceptación propia. Al estar "encerrados" en un sistema de creencias, tendemos a clasificar y discriminar a las personas que son diferentes a nosotros, lo que da el inicio a conflictos, actitudes autodestructivas y a daños en la sociedad.


Por muy difícil que sea de asimilar, hay que afrontar la realidad de que todos somos responsables de algunas de las tragedias que suceden en nuestro alrededor. Puede que algunas personas influyan más que otras debido a su estatus económico o puestos políticos. No obstante, todos hemos llegado a quejarnos de las circunstancias del mundo, sin darnos cuenta que nosotros somos quienes las creamos.


Un ejemplo de esto, es el tema de las guerras. Tal vez creamos que nosotros no tenemos nada que ver a primera instancia con lo que está pasando, pero la verdad es que sí influenciamos colectivamente. Cuando herimos, menospreciamos o simplemente nos portamos indiferentes hacia los demás, propiciamos a que esa persona transmita esa agresión a otros, creando un efecto mariposa. Lo que empezó entre dos individuos, puede propagarse a comunidades e incluso terminar en guerras.



De igual manera, una falta de aceptación propia está directamente ligada al inicio de las  disputas sociales. Después de todo, cómo podemos ser comprensivos con los demás si no lo somos con nosotros mismos. Continuamente nos estamos comparando, criticando o juzgando.


Probablemente, algunas de las injusticias que pasan en el mundo sí son el reflejo de un conflicto interno con nosotros mismos. Cuando logremos dejar los deseos de cambiarnos o cambiar a los demás, es cuando empezaremos a forjar los cimientos de la paz.


Si creamos consciencia sobre nuestro estado interno y educamos a las futuras generaciones con nuestro ejemplo y el valor de la tolerancia (tratar a los demás con decencia y con la intención de evitar los afrontamientos entre diferentes religiones, ideologías, nacionalidades, preferencias sexuales, etc.). Es como podremos algún día vivir en una verdadera paz, ya que así como las agresiones se van pasando de persona en persona, lo hacen también los actos de paz.


It is not enough to win a war; it is more important to organize the peace. ― Aristotle

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