Nunca he estado casado, pero sí comprometido. Tenía 23 años, un anillo y muchos sueños construidos sobre un castillo en el aire. En ese tiempo, no sabía qué era lo que quería en la vida y mucho menos lo que buscaba en una relación. Claro estaba que aunque el compromiso duraría poco, éste me enseñaría mucho.
Durante aquellos meses, me di cuenta que la vida es un largo camino de resolución de conflictos (siempre surge algo nuevo que nos desestabiliza y debemos afrontar). Por lo que entendí que es preferible que la persona con la que decidamos estar, sea alguien con quien podamos apoyarnos mutuamente, y no solo nos genere más caos.
Tres preguntas que me hice durante el tiempo que estuve comprometido y me ayudaron a decidir sobre el futuro del compromiso fueron:
¿Mi felicidad es importante para mi pareja?
Hoy en día sigue siendo común que se normalice que una de las personas de la relación sacrifique sus sueños y metas por apoyar a los de su pareja . Con el pasar de los años, es probable que la persona que dejó sus aspiraciones para favorecer a la otra se sienta frustrada, cansada o resentida.
Al tomar conciencia, vi que yo era esa persona que se estaba sacrificando y me di cuenta que yo era responsable de mi felicidad y crecimiento. Pude haber caído en una posición de víctima si hubiera culpado a mi ex porque no estaba desarrollando mi potencial o porque no tenía la vida que esperaba. Estaba en mí tomar la decisión si quería continuar o no con la dinámica de la relación.
Dicho esto, la mejor pareja es alguien con quien puedas entablar una comunicación honesta, te permita compartir tus sueños sin juicios y los apoye así como tú apoyarás los suyos.
¿Compartimos expectativas sobre cómo queremos que sea nuestra vida juntos?
Puede parecer obvio que tener metas en común es algo que se debe establecer antes de comprometerse. Pero es sorprendente la frecuencia con la que se ignora hablar de temas importantes relacionados con el manejo del dinero, hijos, exclusividad, valores, familia, sexo, etc.
En un inicio, cuando nos enamoramos, tendemos romantizar la relación y nos enfocamos en lo que tenemos en común.
Mientras vamos conociendo a nuestra pareja, es recomendable que vayamos reconociendo los temas en lo que diferimos antes de que se acumulen y se nos dificulte llegar a acuerdos.
En mi caso, las diferencias las iba pasando a un segundo plano y las minimizaba, lo que terminó en un gran lío que no supimos cómo resolver.
Tener acuerdos y aprender a ceder es uno de los pilares de las relaciones satisfactorias. El objetivo es estar con alguien con quien puedas hacer dupla para superar los desafíos y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento.
¿Es mi pareja alguien con quien puedo resolver las cosas?
Crear una vida con quien puedas hacer equipo es para mí de lo más importante para que una relación perdure.
Cuando las parejas tienen discusiones, es común observar que pelean para ver quién tiene la razón. Aunque seamos individuos independientes dentro de la relación, el punto es crear un ambiente de "nosotros". Es decir: "nosotros estamos en esto, cómo lo solucionamos". En vez de pasar horas argumentando para ver quién está bien y quién está mal.
Las personas que ante conversaciones difíciles gritan, tiran o rompen cosas, agreden, aplican la ley del hielo, desaparecen inesperadamente o no cumplen sus compromisos, son personas que no pueden manejarse a sí mismas, no son solucionadores de problemas y por mucho que nos cueste aceptar, no nos benefician.
Está comprobado que una pareja que se involucra en este tipo de comportamientos, está lidiando con un trauma no resuelto o problemas de salud emocional subyacentes (algo que muchos pudimos ver en la película It Ends with Us). Considero que como adultos, somos responsables de nuestro propio comportamiento, independientemente de nuestra infancia o heridas pasadas.
Tratar de construir una vida con alguien que no ha aprendido a asumir la responsabilidad de su comportamiento, es estar constantemente caminando sobre cáscaras de huevo. Nunca sabes cuándo se romperá el cimiento sobre el que estás construyendo.
Al final del día, las relaciones amorosas que son positivas, son las que se construyen, se nutren y en donde podemos ser nosotros mismos.
Comprometerte y unirte con la persona que amas puede enriquecer enormemente tu vida. De ahí la frase "quédate con quien te construya, con quien te impulse, con quien te haga mejor persona. Quédate ahí y crezcan juntos, que dos unidos, son más fuertes que uno".
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